Lima, mayo 2010
Revista Bajo La Lupa
La preocupación por niños, niñas y adolescentes desborda el espacio de las aulas. La escuela debe colaborar con los padres y madres de familia y con la sociedad entera por garantizar atención alimenticia, de salud, orientación y buen trato hacia cada alumno. Y, asimismo, colaborar en su formación práctica como ciudadano y ciudadana. Para ello, el sistema educativo formal se ha dotado de dos importantes instrumentos: las DESNA, o Defensorías Escolares del Niño, la Niña y Adolescentes, y los Municipios Escolares.
Las DESNA responden con estupendos y ejemplares servicios, si hay voluntad del director de la institución educativa. Y, de la misma manera, se desarrollan a nivel nacional en función de la voluntad política de las autoridades competentes. Desde 1990, año en que el Perú se adhirió a la Convención de Naciones Unidas sobre Derechos del Niño, importante instrumento que permite garantizar los derechos de quienes aún no llegan a la mayoría legal, los avances a este respecto han sido notables, aunque también ha habido notables retrocesos. La presión social ha jugado un rol decisivo para que se aprueben normas legales al respecto, y el caso de las defensorías es un ejemplo de ello.