Por Emma Lobato* – «No nacemos con una identidad de género diferenciada, no nacemos hechos psicológicamente como hombres o mujeres, ni siquiera nos formamos como simple evolución vital, sino que la identidad es el resultado de un proceso largo y complejo. (…) La urdimbre es distinta para niños y niñas, las normas elaboradas por la sociedad para cada sexo no tienen la misma consideración social, existe una jerarquía entre ellas», explica la autora en este ensayo sobre ese empezar a caminar de las identificaciones en la infancia.

En los ámbitos educativos tempranos, como es la Educación Infantil, el juego y los juguetes constituyen un espacio de intercambio de ideas y de discursos que implican el consenso y que tienen mucho que ver con la imitación del mundo adulto, en este sentido consideramos que la labor mediadora del adulto en el juego, en el sentido en que la entiende Bruner, es muy importante. Puesto que permite dar valor a ciertos discursos que podrían ser desprestigiados o descalificados por no atenerse a los modelos dominantes. A la vez la Escuela debería limitar o eliminar, en la medida de lo posible, las practicas discursivas sexistas y discriminadoras.

Por ejemplo, cuando las niñas pretenden echar de la casita a un varón o retirarle el muñeco-bebé por percibir que lo referido a la ética del cuidado y lo doméstico no le pertenece, podemos intervenir en el juego concediéndole autoridad a ese niño jugando con él en ese escenario, mostrándole a él y a las niñas, que en ocasiones acapararan este lugar, que los chicos también pueden (jugar a) cuidar un bebé. Y al mismo tiempo hacer comprender a los chicos (masculinidad hegemónica) que se burlan de los varones que juegan en el escenario doméstico, que este es un comportamiento adecuado y con valor.

El lugar donde el adulto juega con los niños y niñas de la clase se convierte inmediatamente en un lugar valorado. Así mismo una niña que pretenda jugar al fútbol o al garaje, y sea desacreditada por los chicos puede ser aceptada, si desde la Escuela se crean mecanismos para dar la oportunidad de que las chicas sean valoradas en estos juegos. En este sentido, se hace necesario que existan más varones en los niveles de Educación Infantil para que el alumnado perciba que las tareas de cuidado y atención a otras personas pueden ser desarrolladas por varones y mujeres.

* Licenciada en psicología y pedagogía por la Universidad de Oviedo, profesora de Educación Infantil

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