Esta situación regional esconde no obstante significativas diferencias. Países como Bolivia, Haití y Brasil son más desiguales y reportan un índice de Gini superior a 55%. En el otro extremo, países como Costa Rica, Argentina, Venezuela o Uruguay muestran mayor equidad con índices inferiores a 49%.
Ser mujer indígena o afrodescendiente en América Latina y el Caribe es, en general, sinónimo de padecer mayor desigualdad. Las mujeres reciben un menor salario que los hombres por igual trabajo, tienen mayor presencia en la economía informal y trabajan más horas que los hombres debido a su doble carga laboral. En promedio, el doble de la población indígena y afrodescendiente vive con un dólar por día respecto a la población eurodescendiente.
El informe presenta una novedosa medición del Índice de Desarrollo Humano (IDH) que muestra cómo afecta la desigualdad al desarrollo humano. Según estas estimaciones, el IDH de la región disminuiría, en promedio, entre 6% y 19% si se corrigiera atendiendo a la desigualdad. Nicaragua (-47%), Bolivia (-42%) y Honduras (-38%) muestran pérdidas que doblan al promedio de ALC.
Chile, Argentina y Uruguay (entre 3 y 6 puntos porcentuales) son los que presentan una pérdida menor. En el resto de los países, las pérdidas van desde 11 puntos porcentuales para México hasta 19 puntos para Colombia.